Es el cumpleaños número 62 años, de Rigoberta Menchú Tum, y celebramos también la lucha no violenta que ha librado por los pueblos indigenas y los derechos humanos, desde el Servicio Paz y Justicia reconocemos su trabajo como defensora y representante de los valores que nos representan como institución.

Rigoberta Menchú es la única mujer iberoamericana en recibir un Premio Nobel de la Paz, y una de las 2 mujeres latinoamericanas, junto a Gabriela Mistral, que forman parte del  listado de los 17 latinos que históricamente han recibido un premio Nobel.

Nacida en el departamento guatemalteco de El Quiché, la líder indígena es el ejemplo más claro de la defensa de los Derechos Humanos y la lucha social en el ámbito nacional e internacional.    Menchú se ha involucrado en las luchas reivindicativas desde muy joven. De hecho, estas la llevaron al exilio debido a las persecuciones políticas.
A los 16 años, presenció el asesinato de su hermano, a manos de los terratenientes que querían echar a los indígenas de sus tierras y a los 19, comenzó a militar en el Comité de Unidad Campesina (CUC). Un año más tarde aprendió a hablar español, pues hasta entonces sólo sabía el quiché y sus dialectos.

El padre de Menchú murió quemado en la embajada de España en Guatemala, donde fue encerrado junto con 38 personas más por protestar por la situación que sufría su comunidad. En tanto, su madre fue secuestrada, torturada y asesinada por grupos paramilitares.

Rigoberta decidió tomar un camino diferente al de la mayoría de sus compatriotas y familiares, haciendo uso de la denuncia pacífica, lo que la llevó a ir a diferentes partes del mundo, donde presentó pruebas de la violación de los derechos humanos que sufría su patria.

Esta situación la obligó a exiliarse en la Ciudad de México en 1983, año en el que publicó el libro Me llamo Rigoberta Menchú y así nació la conciencia, en el cual dio a conocer los pormenores de su trágica vida y las motivaciones de su lucha.

En 1988 regresó a Guatemala para continuar con su movimiento pero fue detenida. En esa época conoció a Nineth Montenegro (1958), quien a través de la organización Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), y la presión de miles de estudiantes universitarios ayudó a que la liberaran.

Posteriormente comenzó a tener una participación activa en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), asistiendo a las sesiones anuales de la Comisión de Derechos Humanos, de la Comisión de Prevención de las Discriminaciones y Protección de las Minorías y al formar parte del grupo de trabajo sobre poblaciones indígenas.

En 1992 la labor de Rigoberta Menchú fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz. Su posición le permitió actuar como mediadora en el proceso de paz entre el gobierno y la guerrilla en los años siguientes.

Tiempo después y con sus colaboradores más cercanos formó la Fundación Vicente Menchú, la cual posteriormente tomó el nombre de Fundación Rigoberta Menchú Tum y bajo su dirección se dedica a apoyar a las poblaciones más necesitadas.

La activista Rigoberta Menchú ha publicado La nieta de los Mayas (1998), así como los libros infantiles: Li Mi’n, una niña de Chimel (2003) y El Vaso de Miel (2003).