Hoy se cumplen 41 años desde el asesinato de la dirigente comunista Marta Ugarte Roman, detenida por la DINA, torturada y arrojada al mar. El cuerpo de Marta fue el único que afloró de las profundidades del mar, desnudando la operación de exterminio de la dictadura.

El caso de Marta Ugarte reviste una gran importancia en las violaciones a los derechos humanos perpetradas durante la dictadura, esto por la crueldad con la que la militante comunista  fue asesinada y por ser la primera víctima confirmada de la dictadura de Augusto Pinochet cuando su cuerpo varó en la playa La Ballena de los Molles.

El ministro Miguel Vázquez dictó condena en contra de los siguientes 28 agentes del Estado por su responsabilidad en los delitos perpetrados entre agosto y septiembre de 1976, mientras que en el aspecto civil, el fallo condenó al Estado de Chile a pagar una indemnización, por concepto de daño moral, de cien millones de pesos a Hilda y Berta Ugarte Román, hermanas de la víctima.

Durante la investigación, el juez Miguel Vásquez logró acreditar que el 9 de agosto de 1976, al llegar Marta Ugarte a la consulta del doctor Iván Insunza, ubicada en Avenida Vicuña Mackenna, fue detenida por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), pertenecientes a la Brigada Purén, “sin que existiera orden alguna”. Luego de esto, fue trasladada al centro de detención de Villa Grimaldi, “donde se le mantuvo privada de libertad, interrogada y sometida a apremios físicos, siendo reconocida e identificada, por otros detenidos, que en aquella época se encontraban en el mismo lugar”.

El fallo agrega que un mes después, alrededor del día 9 de septiembre, Ugarte Román fue trasladada junto a otros detenidos desde Villa Grimaldi a la localidad de Peldehue por agentes de la DINA, “donde se le dio muerte, siendo cubierto su cuerpo con un saco y amarrada con alambre en su cuello”. Posteriormente, fue subida a un helicóptero Puma del Comando de Aviación del Ejército, dirigiéndose la aeronave hacia la costa y adentrándose en el mar, “para enseguida desde la altura, lanzar su cuerpo en alta mar”.

“La inyección que el doctor (Osvaldo) Pincetti le puso a Marta Ugarte parece que no la dejó totalmente muerta o adormecida. Nos percatamos que, al momento de ensacarla, todavía se seguía moviendo”, relató el ex agente E.V.T., en una de sus declaraciones judiciales, según consigna el periodista Jorge Escalante en su reportaje Los pecados de mi capitán. “La orden que se cumplió a continuación fue terrible. ‘Todos estábamos ahora apurados porque el helicóptero venía. Entonces abrimos el saco y la ahorcamos con un alambre. No se movió más. Después amarramos nuevamente el saco con el mismo alambre’, agregó E.V.T. al tribunal”, detalla Escalante.

Días después, el 12 de septiembre, el cuerpo de Marta Ugarte fue encontrado en la playa La Ballena, en la localidad de Los Molles, “presentando sólo un trozo de tela y uno de alambre amarrado a su cuello, el que estaba cercenado y con signos claros de haber recibido apremios físicos”, indica el fallo judicial. Además, agrega la resolución, “presentaba signos de pinchaduras en sus brazos”.

El disfraz de la prensa 

El diario El Mercurio dio cuenta en su portada del asesinato de Marta Ugarte, hablando de un Crimen en las playas de Los Molles y destacando que se trataba de una “hermosa” y “atractiva joven de 23 años”. Al momento de su muerte, la profesora tenía 42 años.

“Esto se hizo pasar tanto por El Mercurio, como por La Segunda, como por La Tercera, como un crimen pasional, en circunstancias que estaba muy claro que ella desapareció a través de un arresto ilegítimo”, señala en El Diario de Agustín el ex juez Juan Guzmán Tapia, quien investigó el crimen de Marta Ugarte. “Hubo una maniobra de prensa. Llegué yo a interrogar a algunos periodistas que revelaron de una manera muy elocuente un ‘crimen pasional’ que obviamente no se puede creer. Yo creo que simplemente El Mercurio era un medio del cual se valió la dictadura durante los 17 años para poder llevar a efecto los actos espantosos que se cometieron”, agrega Guzmán.

Con información de El Ciudadano y Memoria Chilena